miércoles, 23 de noviembre de 2011

Una deuda, un angel y un deseo.

Tengo una deuda contigo Cupido, me he convertido en parte de ese coro ingrato de seres que han olvidado tú nombre, olvidando también, que fuiste tu quien me enseñó la ilusión de amar.
Inspirada en ti, escribía poesías que alzaba cual cometa al viento para que encontrasen su destino y volvieran en formas de apasionados besos.
Pero me olvidé de ti, al igual de cuan importante es tu misión en este mundo.
Cuentan los que te conocen que te sientes triste, derrotado, cansado de estamparte con esa pared gigantesca e inmensa que rodea en forma de muralla el universo del amor.

Que sientes que vivirás eternamente condenado, a sufrir la indiferencia de los humanos, que los poetas ya no se inspiran en tus historias narradas. Y los jóvenes prefieren enviar un tweet, antes que escribir perfumadas cartas.
Aceptaste con estoica resignación ver desaparecer al enamorado cantor, que a la sombra de la luna daba su serenata, o como las flores han perdido su lenguaje.
Tus inocentes ojos, han visto morir la ilusión de deshojar margaritas, buscando la respuesta acertada.
Ya nadie cincela corazones al aire, ni suspira desde el más profundo sentimiento.
El mundo ha cambiado viejo amigo, y el concepto de amar, ya no es el mismo.
La fría tristeza de vivir sin el hechizo del amor, se ha convertido en credo y religión.
Somos reflejo material, no espiritual.
Nos ganó la pereza y se durmió la ilusión.
Hemos abrazado la filosofía de querernos sin compromiso, deseando solo compartir instantes en vez de construir un paraíso fruto del deseo y la seducción.

La daga pensante.

2 comentarios:

  1. Me ha hecho mucha gracia este angelito estampanado... ¡pobrecito, que golpetón! Preciosa narración, mi querida amiga, rebosante, por cierto, de verdades como puños, verdades inconmensurables como las galaxias o todo un sistema solar. Me encanta esta frase tan veraz: "Ya nadie cincela corazones al aire..." ¡Eres una romántica maravillosa, mi querida Mariam! Me encanta desvelar, palabra a palabra, tu talento para la narrativa. Se está bien merodeando junto a tu pluma, leyéndote, disfrutando del camino. Lo cierto es que vivimos tiempos de carestía romanticista, el correo epistolar ha desaparecido, y las promesas de amor, rubricadas de puño y letra, donde uno prometía tender puentes colgantes para atravesar el espacio y el tiempo y así acariciar el corazón de nuestro amado-a, observados por la Luna, entonando el canto de las sirenas y el arrullo de los poetas cuando uno se pierde en la mirada de la persona que logra hender nuestro corazón y depositar allí una llama eterna e incombustible. Deploro, la verdad, los amores con prisas, que huyen de la serenidad y la calma. Vivimos demasiado deprisa y se ha destruído ese clima necesario del amor, ese amor pausado que busca la fusión de dos almas y dos cuerpos, sin importar el espacio ni el tiempo, sólo la necesidad de fundirse en una llama perpetua. Precioso artículo amiga que refleja una veracidad triste, una pérdida irreparable de la pasión y el deseo de encontrarse. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Hermosas y sabias palabras llenan tu comentario, amigo Victor. El amor se ha convertido en un producto más que cotiza en bolsa, y los sentimientos una franquicia de la prisa, con la que hoy devoramos la vida.
    Un saludo.

    ResponderEliminar