miércoles, 2 de noviembre de 2011

La noche de los feos.

Amigos mios, la organización mundial de feos, ha decidido declarar la noche del tres de noviembre, como la noche internacional de los feos.
¿Por qué?, se preguntarán.
Pues porque nos la merecemos.
Tenemos derecho a sentirnos felizmente feos y no tristemente ignorados.
A compartir sin temor a escuchar, "no eres guapo, eres diferente".
A sentir la gozosa satisfacción de ligar con alguien, sin tener la sensación de que está demasiado borracho.
A dejar de ser el "gracioso" del grupo, el que más estudia, a ir un día con la cara lavada sin potingues ni gafas de sol.
A vivir aunque sea unas horas, en un mundo rodeado de feos, dejando por un momento de ser "la amiga comprensiva", convirtiéndonos en la mujer deseada.
A no caer en la triste necesidad de ligar a través de un avatar de irrealidades medidas, por temor a enseñar nuestro rostro.
A dejar de ser, la que termine siempre cuidando bolsos y abrigos.
Porque tenemos derecho a romper con nuestro manipulado ego de decir "que no nos importa que nos llamen feos", asumiendo el triste papel de reírnos de nosotros mismos.

Tenemos derecho, y por eso, los espero a todos la noche del tres de noviembre, tónica en mano, cantando esa horrible canción que dice:"Que se mueran los feos...".
Porque esa noche, nuestra noche, no habrán feos, sólo personas.

La daga pensante.

3 comentarios:

  1. Una de las cosas que más rabia me dan, y lástima, la verdad, me apena esta circunstancia en el ser humano, es la superficialidad, la nulidad absoluta de valores más allá de un rostro apolíneo o un cuerpo "para el pecado". Vivimos en una sociedad inane, fútil, superflua, que le da gran valor a lo que tienes, no a lo que eres, al físico, unos atributos determinados, unas características relacionadas exclusivamente con la fisonomía, y a la persona, su corazón, ¿Que le zurzan? Toda mi solidaridad para feos, obesos, marginados, deformes, o antagonistas absolutos del modelo "Barbi-Ken". Lo único que importa es el corazón, quién eres, qué has hecho en esta vida. Silicona aquí, retoque pómulos allá, horas de gimnasio para realzar el torax y los bíceps... ¡Entrenemos mejor el corazón y la sesera, para ser mejores personas, para ser recordados por nuestros actos y no por el tamaño de unos senos o de unos ojos azules celestes al estilo Paul Newman. Detesto la superficialidad tanto como la vulgaridad, adoro el romanticismo y el buen gusto. Me gusta cuidarme, pero no soy esclavo de la estética, más bien me martiriza no ser cada día un poco mejor persona que lo que fui ayer. Saludos amiga, muy interesante artículo. Perdona por los comentarios tan largos, a veces divago y entro en un bucle... Saludos

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  2. Totalmente de acuerdo contigo. Vivimos en una sociedad, que desde sus propios comienzos, le ha dado más importancia a lo físico que a lo emocional. Desde pequeños, nos seduden con principes de terciopelada belleza, simples en conceptos y profundidad emocional. Y que decir de las románticamente edulcoradas princesas, que besando sapos encuentran Adonis de miradas perdidas. La belleza no es un sentimiento, por eso esta sociedad carece del honorable sentido de la lealtad y amor al projimo. Prefiero ser fea y vivir en la convicción de amar a los que me rodean, que ser hermosa y vivir rodeada de la soledad de mi belleza.
    Un saludo.

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  3. Así es Mariam, lo has expresado perfectamente. La belleza física, además, se marchita con el tiempo, es casi un espejismo, algo efímero. Pero los actos de las personas y la nobleza son eternas y jamás se marchitan, siempre se recuerdan y permanecen inalterables. Prefiero vivir en un mundo de corazones nobles que lleno de mujeres hermosísimas y hombres análogos a Adonis. La superficialidad nos mantiene en lo precario, si ahondamos un poco más, descubrimos el alma de la gente, su corazón, su nobleza. Saludos

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