domingo, 29 de enero de 2012

En el reino de los cielos.

Cuentan aquellos que han vivido lo suficiente como para arrancarle la verdad al tiempo, que existió una época en la que el hombre vagaba libre por la tierra. Una tierra inocente de fronteras, reinos y banderas. Donde la semilla de las sectarias religiones no habían germinado en la sugestiva conciencia humana.
Cuentan aquellos que han vivido lo suficiente como para arrebatarle la verdad al tiempo, que mientras el hombre descubría su propia existencia en el reino de los cielos, Destinia reina suprema, traía a la vida gemelos, Egos y Ados. Dos príncipes que nacerían con la misión de velar por el bienestar del hombre en la tierra.
Al mismo ritmo que crecían los gemelos, también crecía el despertar humano. El hombre conquistaba los elementos haciéndolos suyos, y los dioses conquistaban la conciencia mortal, enseñando a través de la iluminación, el principio de lo que llamaban la gran humanidad.
Egos y Ados veían envejecer a su regente madre, y aunque la muerte no era un principio inmortal, el cansancio de siglos de vigía, hacia mella en ella que observaba cual distintos eran sus dos gotas de agua.
Egos era débil, manipulador. Ados, valiente, honesto.

Diferencias irreconcilliables nacidas de las entrañas de la reina del tiempo y la sabiduría.
Llegaba la hora de decidir el destino de los dos príncipes, y la reina Destinia, tomo una coherente decisión. Dividiría a los hermanos, enviando a Egos a convivir con los hombres y dejando a Ados, en el reino de los cielos.
Los gemelos inmortales aceptaron y dispusieron cumplir su destino.
Egos descendió a la tierra convirtiéndose en el primer rey que conocería el hombre, y Ados tomó posesión en el reino de los cielos.
Los hombres extasiados por tan magmanime presencia, adoraban al rey inmortal, que pronto descubrió la naturaleza de los humanos. "Los inmortales son sabios, los humanos ignorantes y tal ignorancia los hace débiles, sumisos, incapaces de rebelarse", reflexionaba el joven rey que cada día ganaba más poder.
La tierra cambiaba a disgusto de la mirada inmortal de Ados. Egos, jugaba con los humanos cual chiquillo con muñecos de arcilla, construyendo y destruyendo civilizaciones.
Ados observaba incrédulo tal caprichoso oprobio a la obra de su anciana madre, la cual dispusose a intervenir.
-¿Que haces Egos?- preguntó la anciana madre.
-Es mi reino, es mi tierra, hago lo que deseo- contestó el arrogante rey.
-No puedo permitir, que destruyas mi creación, hijo.
-Pero tampoco puedes decirme que no lo haga.
-Pues si ella no puede, lo haré yo.- Gritó Ados con furia en la mirada.
-Pues dispongase la guerra.- Sonrió el enardecido Egos.
Inconsciente rey, arrogante inmortal, enfrentar al hombre con sus creadores, a la fuerza con la debilidad.

Egos fue derrotado, y por designio de Ados encerrado en las entrañas de la tierra, pero su semilla germinaba en el humano.
La codicia, la envidia, la ambición eran parte ya del principio mortal. Y por muy lejos que él estuviese del hombre, el hombre le pertenecía por los siglos de los siglo.
Cuentan aquellos que han vivido lo suficiente como para arrebatarle la verdad al tiempo, que mucho antes de que el hombre conquistara el fuego, existió un inmortal, que gobernó la tierra enseñando al hombre a odiar, matar, robar y engañar. Que aún vive regente en el inframundo, llamándose caprichosamente de mil maneras.
A veces diablo, otras demonio y muchas tantas satán.

La daga pensante.

jueves, 26 de enero de 2012

Como borrar tu ayer.

Si pudiera arrancar de un beso, esta amargura que te atrapa y liberar tu ser.
Si pudiera, amor mio, borrar las cicatrices de tus heridas de amor, arrebatándole al tiempo aquellas lágrimas tuyas que cuentan tan triste historia, y convertirlas en sonrisa oda de una alegría vivida.
Si pudiera hacerte mía desde el pasado al presente, desde el dolor a la alegría, desde el llanto a la sonrisa, iluminando al futuro con luces de te quiero, sería el ser más feliz de este mundo.
Pero no puedo.
Siento que la tristeza que acecha tu mirada, es un enemigo que no se cansa de atacar.
Que el silencio de tus palabras cuando la noche reina y tu cuerpo descansa, se convierte en imágenes vivas de un claustrofóbico ayer.

Y aunque te abrazo con fuerza, susurrandote palabras de amor, tu cuerpo se estremece dormido por tanto dolor.
Si pudiera, amor mio, convertirme en el oráculo de tu memoria y decirte que a mi lado siempre tendrás luz en tus bellos amaneceres.
Que amor significa compañía, que compañía significa comprensión, que comprenderse es entenderse y entenderse respetarse. Entones, tal vez, sentirías que ocupas más que un lugar en mi corazón.
Si pudiera, mis ojitos tristes, arrancar de un beso esta nube negra que nubla tu mirada y hacer feliz tu pasado, sería el hombre más afortunado del mundo.
Sería más de lo que soy.

El compositor sin musa.

El aroma embriagador de la nostalgia, aderezaba el silencio de su habitación repleta de recuerdos.
Historias consumidas por el sediento deseo, de encontrar lo que tanto buscaba.
En la mesilla, un cigarrillo se transformaba en ceniza, y en sus manos, el sonido del viento convertido en melodía.
La arrogante musa, se negaba a entregar el deseoso instante en el que la imaginación ilumina al compositor poeta, transcribiendo al pentágrama vivencias pasadas.
La noche transcurre y los recuerdos golpean en su memoria, lacerando la fina capa que encierra la desesperación.
Su mirada se volvió obsesa, intentando descifrar en la inmensidad de la noche el por qué de tanta letanía.
Sus manos acariciaban en forma de ruego cada tecla del sediento saxofón, que esperaba el  soplo del pasado convertido en armonía.

Las celestes luces de un manto de estrellas acechan, espectantes del instante en el que la caprichosa musa, se entregara al lienzo del pentágrama.
Un suspiro, un profundo suspiro, hizo eco al destino escrito. Y el músico, dibujó en corcheas, el instante iluminado de una historia que él jamás vivió.
En la noche ya no yacía el silencio que adormecía al talento y acallaba al saxo.
En la noche, el recuerdo se diluía, invitado erróneo de la composición.
En la noche, reinaba la armonía, la melodía, cuerpo y sombra de un blues, que derrochaba pasión y el manto de estrellas que acechaba, ahora sonreía en clave de sol.
Porque no es en el recuerdo donde está el acierto, sino en la fugaz y furtiva imaginación.

La daga pensante.

lunes, 23 de enero de 2012

El despertar de la profecía.

Más allá de las montañas heladas, donde el sol gobierna con tímida presencia y los hombres endurecen antes de ver las luces de su temprana infancia, Legos el profeta, guardó su más temida profecía.
"Cuando el cielo oscurezca, ocultando al astro rey, la nieve se teñirá de sangre."
Durante mil años, los habitantes de Caprilia, han convivido con tan oscuro secreto.
Mil años temiendo que la luna de Júpiter, alineara al astro rey.
Mil años, temiendo el despertar de la profecía.
Los días de cálidos despertares y tardías cosechas, acababan para los habitantes del reino. Los clanes buscaban refugio en la lumbre de sus rusticas chimeneas, los días se acortaban y la noche se hacía eternamente larga.
Pero aquel veintisiete de un trágico septiembre, los hombres, niños, mujeres, no vieron un nuevo renacer del astro rey. El cielo se cubrió de un negro intenso, y el eco de un rugir hambriento acechaba. El consejo mayor, busco entre los más osados y valientes guerreros, una patrulla de exploradores.
Quince fueron los elegidos. Sólo uno regresó, con el miedo tatuado en la mirada.
-"Ya están aquí"-, repetía ensordecedoramente. -"La profecía se ha hecho realidad."

¿Que hacer ante semejante y sangrienta verdad?.
Un ejercito de neófitos hambrientos, acechaban el reino. Seres implacables sedientos de sangre y destrucción, caminaban imparables ante la presencia humana.
Buscaron los sabios ancianos consejo en el oráculo de Noubles, diosa del infortunio y el destino.
El templo vibraba al unisono coro de los sacerdotes, muchas veces silenciado por el ensordecedor rugir de los sedientos.
De repente, y bajo la incierta mirada de aquellos que rogaban. Una luz celestial alumbró el camino a la inorgánica voz.
"Más allá de vuestras montañas heladas, cruzando el desierto de Hedos, nace el reino de Virgós. En el habita una guerrera mitad humana, mitad mito, leal sirviente del rey Víctor el Conquistador. Id a su encuentro llevando consigo el secreto de la daga. Entregársela al conquistador rey, con la suplica de que mande a sus huestes y a la bella guerrera."
Dispusese el camino de la leyenda escrita, la profecía oculta.
Dispusese el camino de futuras y sangrientas batallas entre mortales y neófitos.
Dispusese el camino, de cruzar los mares habitados por sirenas, que con su embrujo a los hombres encantan, e id al encuentro del rey Víctor y la valiente Morgana.
                                                       ...

La daga pensante.


La historia continúa en http://SIRENAS-IN-LOVE.BLOGSPOT.COM

Hola mamá.

Hola mamá:
Que irónico preguntarte, ¿cómo estás?
Aún recuerdo tu risa en la mañana, cuando compartíamos un café al alba.
La vida no me ha ido mal. Ya Rogelito, cumple seis años, y María aún recuerda lo rico que te salían las tartas.
El trabajo genial, me han editado aquella novela que tanto te gustaba, y que me hacías leerte una y otra vez, porque te ilusionaba pensar que existía un mañana.
Yo aún sigo peleada con la noche, me cuesta dormir y en silencio repaso cada instante de nuestra vida juntas.
De cómo el cáncer apareció en tu vida y el valor con el que lo enfrentaste.
Nunca te vi sufrir, llorar, anhelar o desear.
Ibas consumiendo los días despacio en tu rutina, como si el depredador que te corroía por dentro, fuera un aliado más de tu destino.
Nunca vi apagarse tu mirada, ni entristecerse tu sonrisa.
Y aunque tu cuerpo no respondía, tu lo intentabas con una energía de acero.
¿Que duros momentos, mamá?

Verte partir sin más despedida que un último suspiro, sin más palabras que las de consuelo y esperanza, sin más amaneceres, ni mañanas.
Sin más historias que guardar en el sagrado rincón de la memoria.
No hay lágrimas que calmen el dolor de mi alma.
Y aunque mi corazón sonríe al ver en Rogelito tu mirada, o en la inquieta María esa irrefrenable obsesión, heredada de ti por la lectura, sigue callado mi ser.
Yo también tengo cáncer mamá, pero no tengo el valor que tu derrochabas para desafiar al destino, con una linda sonrisa y un brillo intenso en la mirada.
No tengo valor mamá, para darme a mi misma esperanzas de que después de la tormenta, alumbrará el mañana.
No tengo valor mamá, para aguantar el descontrolado deseo de romper a llorar, cuando la casa calla.
No tengo valor mamá, para mirar a mis hijos y decirles: Puede ser que algún día, mamá ya no vuelva a casa.
Hola mamá:
Cuanta falta me haces cuando la tarde acaba y la casa calla.

La daga pensante.

miércoles, 18 de enero de 2012

En el teatro de mi vida.

En el teatro de mi vida, al divino se le olvidó darme algún papel, figurante fui de la tétrica desgracia de mi destino.
Fracaso tras fracaso, derroche mis años, lastimé mi autoestima y adormecí mi ego.
En el teatro de mi vida, nunca se abrió el telón y las flores de la alegría, no aromatizaron mi rencor.
No fui niño, no fui joven, no fui ser, ni mucho menos señor.
Ornamento del decorado destino de mujeres sin piedad y borracheras sin control.
No encontré aliado en la noche, ni un compasivo amigo en el sol.
Un ente sin pasos ni camino, una sombra sin historia, sin latidos en el corazón.

Transcurrí viviendo de aguas vacías, buscando mi mejor función, transitando en la penumbra, enamorando al dolor.
Si la vida es bella, entonces ¿que he vivido yo?
Galán de noche sin aroma, triste y marchito ruiseñor.
No hay huellas en mis principios, ni sonrisas en el corazón.
Sin papel y sin destino, con los años se apagó mi voz.
Luz sedienta de algún brillo, en el teatro de mi vida, nunca fui parte de la función.

La daga pensante.

Ilusión furtiva.

Deja entre abierta princesa mía, la ventana que conduce a la alcoba de tus sueños, para que con un furtivo beso acurruque tu cuerpo.
Dejame contemplar en la noche tu corazón desnudo, pintar en un lienzo tu estampa de sirena con colores de deseo.
Niegame tu último pensamiento, para convertirme en un ladrón de recuerdos y arrebatarselos a Morfeo, luchar contra el destino y ganarle al tiempo.
Dejame princesa mía, ser el guardián de tus noches y despertarte al alba con la suave caricia de mi mirada.
Ser el compás silente de tu melódico respirar, cuando tu cuerpo descansa y tu alma se descalza libre sobre la arena de los sueños.

Quiero ser la estrella guía de tu pasión dormida, el celeste cielo sobre el cual descansa el te quiero.
Tengo el deseo perdido, una ilusión furtiva, una ventana cerrada.
Tengo la impaciencia en guardia, la conciencia ausente y el corazón ardiente.
Tengo ganas de noches al pie de tu ventana, esperando el descuidado y consciente gesto de que algún día se entre abra, para pasearte en sueños por mi alma.
Convertirme en el primer recuerdo que tengas al despertar cada mañana.
Ser el pintor silente, que con colores de deseo, dibuje tu alma.

La daga pensante.

lunes, 9 de enero de 2012

Las raíces del alma.

Aquí estoy, sigo firme cual roca que lucha día a día con la incansable marea.
Soy mi propio destino, rey de mi propio mundo.
Quizás no haya alcanzado aquellas metas con las que soñaba de niño, pero tampoco he vendido mi dignidad a cambio de convertirme en lo que nunca he querido.
No tengo más de lo que he merecido.
Soy un cuerpo, una idea, una hucha de fracasos y pequeñas victorias, pero sigo sintiendo a mi cálido corazón, manteniendo mi sonrisa espontánea y caminando sin arrugas en el pensamiento.
El frío de los años no ha hecho mella en mi, ni tampoco la sugestiva sensación de envejecer sin nada. Ya que sin nada vine a este mundo.
Muchos dicen que soy un loco, un inconsciente, pero yo, me siento libre.

Libre de ataduras, dueño de mi propia moral y ética, y no esclavo del camino escrito con hipócritas palabras encerradas en libros sagrados, encargados de atrapar almas sin voluntad, convirtiendo la manipulación en fe.
Aquí estoy, sigo firme cual secreto mecido por el viento que lleva y trae.
Manteniéndome cual faro que me guía, sin más recurso que la bondad de un sentir y las raíces del alma.
Aquí estoy, en Somalia, firme como una roca que bate la marea, sin libros adoctrinantes que me ayuden a combatir el hambre y la miseria.
Con un corazón que late, una voluntad que a cada fracaso engrandece, día a día, noche a noche y sin arrugas en el pensamiento.

La daga pensante.

Deshojar de fantasías.

Como me gustaría naufragar en tu mirada, perderme en el encanto de tus palabras y despertar en la isla donde habitan tus pensamientos.
Cuanto deseo besar tu aroma y fundirme en el ocaso de tu sombra.
Sentir y que sientas los sinfónicos latidos de mi corazón, atraparte en un te quiero y hacerte prisionero de mis versos.
Dibujarte en una caricia y retardar el tiempo, para disfrutar de cada instante, cada momento.
Como deseo hacerte mio y enmarcar el recuerdo, despojarme de esta soledad que me acompaña, fiel escudera de mis fracasos y desaciertos.

Te espero, te anhelo, siento que estas cerca, sintiendo mis pensamientos.
Dispuesto a habitar mi melancólica vida y dar rienda al frenesí de mis deshojados anhelos.
Como deseo caballero andante, ilusión perdida, que encuentres el camino del laberíntico enigma que conduce a mi encuentro y naufragar en tu mirada, en el encanto de tus palabras y vivir con la desilusión vacía, en la isla donde habitan tus pensamientos.

La daga pensante.