sábado, 7 de julio de 2012

Pergamino sin sello.

Hechicero el embrujo 
de tus labios, morena.
De mirar cadencioso
y arruga insolente.
Que adereza la llama
de tu rostro de seda.
Es tu cuerpo escultura
de un lienzo de luna,
un poema al viento,
susurrante deseo.
El embrujo en tus pasos
y tú andar sandunguero.
Un vaivén de ilusiones,
una barca sin remos.
Cuantas noches, gaviota,
surqué el mar del anhelo,
para perderme en tú alma,
recorrer tu silencio.
Dibujando sentidos,
una rosa, un beso.

Tus caderas me atan,
 me esclavizan, me entrego,
al compás de tu sombra,
al sentir de tu pelo.
Y me encierro en amores
 en cobardes deseos,
sobre la luna dormida,
y su claro destello.
Unas veces te quiero,
y otras tantas me pierdo
en consejos de hadas,
 en insomnios o desvelos.
Mientras mi mente cobarde
con su pluma en versos,
te dedica sonetos
al calor de mis miedos.
Laberinto sin nombre,
pergamino sin sello.


La daga pensante.