martes, 13 de diciembre de 2011

Como en un tango de Gardel.

Como en un tango de Gardel, nuestro amor vivió.
Con la pasión desenfrenada y la ilusión ardiente, nos devorabamos con el pensamiento, mientras nos amábamos con dulces caricias.
Bailábamos al ritmo de una luz tenue, sin más compás que las emociones, unas veces intensas, otras tiernas.
Me dejaba por ti llevar, aun cuando yo manipulaba con hilvanadas palabras tu vida, y tu, fingías ese varonil instinto dominante dándole así, mas sentido a nuestra fantasía.
Y sin atrapar el recuerdo, ni almacenar la ilusión, devoramos nuestra relación cuando más nos hizo falta, y de hambre se murió nuestro amor.

Como en un tango de Gardel, vago por mi nostalgia, llorandote, saciando mi sed de amar en ese escondido rincón donde duerme el fracaso y se oculta el valor.
Valor de empezar la vida sin ti, sin tu pasión, sin el sabor de tu sonrisa, de ese abrazo que se durmió en el tiempo, y que aún siento yo.
Como en un tango de Gardel, desgarré mi alma al compás de su voz.

La daga pensante.

2 comentarios:

  1. Como te comentaba en Globedia, me encanta ese inicio preambular, esa pasión desenfrenada que enlentece su curso para adaptarse a la ternura y que se entrega con lujuriosa necesidad al pensamiento y al deseo. Perfecta la analogía con este baile tan sugerente y sensual, cuyos movimientos son como los acoples perfectos de una epístola de amor, un romance en movimiento que pretende penetrar en nuestra alma antes que en la alcoba. Me parece de lo más sugerente este relato, como un amor que contemplamos tras unos cortinajes, que vemos su danza acompasada, como una escena de un erotismo elegante y callado, sostenido con hilos de armoniosa danza y gran belleza estética. El tango es para mí eso precisamente, un amor en silencio sostenido por unos diques demasiado frágiles que en cualquier momento caerán demolidos ante el embate de la pasión. Veo en este artículo a esa gran escritora que gusta de observar su propia obra con la nostalgia de quien sabe que tras el punto y final, debe decirle adiós. Me gusta, por romántico y evocador, esa coletilla postrera con aroma a melancolía, como de observador acostumbrado a la soledad y a la profundidad de los sentimientos más arcanos y prohibidos que atesoramos en el corazón. Saludos

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  2. El tango, amigo Victor, es para mi la expresión más cercana al amor convertido en tormento, locura, ternura, pasión. Me inspiré en él, para narrar una historia con una profunda dosis de inocente existir.Me es de grato placer, que te haya gustado, regalandome este comentario tan profundo y bonito.
    Un saludo.

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