He vuelto, aquí estoy.
Dispuesto a recoger los frutos que un día sembré, mis hijos han hecho un buen trabajo. Mientas yo, sentado en mi infernal pedestal, veía como se consumía la humanidad en la lujuria y la codicia. En su malvada y primitiva naturaleza de raza dominante.
Mientas el señor de los cielos, rey de la bondad, los abandonaba a su suerte. Hasta sus propios hijos se han olvidado de guiar al rebaño, convirtiéndose en ovejas descarriadas.
Aún recuerdo aquellos siglos, donde nos lanzábamos retos, y luchabamos en sangrientos pulsos, seduciendo al humano a caer de un bando u otro.
Aún recuerdo la sangre derramada, y como persegias a mis hijos.
Aún recuerdo la fuerza de tu presencia y de tus palabras. Eras Dios, y todos te adoraban.
Pero te has convertido en un paradisiaco vagabundo, en una retorica no escuchada, en el eco de lo que un día fuiste.
Bien te lo advertí, no enfrentes al hombre, no prometas vidas cuando la vida acaba, no le prohibas que repriman sus instintos primarios, no les hagas creer que son tu imagen y semejanza, no los hagas débiles convirtiéndolos en dóciles esclavos de infortunio.
Porque los envías a vagar por mis dominios, yo soy el rey de la duda, del infortunio, del fracaso, de la mentira, de todo aquello que alegra y amarga.
Yo soy el diablo, y vengo a recoger los frutos que un día sembré y que tú tan bien has cuidado.
La daga pensante.
Dispuesto a recoger los frutos que un día sembré, mis hijos han hecho un buen trabajo. Mientas yo, sentado en mi infernal pedestal, veía como se consumía la humanidad en la lujuria y la codicia. En su malvada y primitiva naturaleza de raza dominante.
Mientas el señor de los cielos, rey de la bondad, los abandonaba a su suerte. Hasta sus propios hijos se han olvidado de guiar al rebaño, convirtiéndose en ovejas descarriadas.
Aún recuerdo aquellos siglos, donde nos lanzábamos retos, y luchabamos en sangrientos pulsos, seduciendo al humano a caer de un bando u otro.
Aún recuerdo la sangre derramada, y como persegias a mis hijos.
Aún recuerdo la fuerza de tu presencia y de tus palabras. Eras Dios, y todos te adoraban.
Bien te lo advertí, no enfrentes al hombre, no prometas vidas cuando la vida acaba, no le prohibas que repriman sus instintos primarios, no les hagas creer que son tu imagen y semejanza, no los hagas débiles convirtiéndolos en dóciles esclavos de infortunio.
Porque los envías a vagar por mis dominios, yo soy el rey de la duda, del infortunio, del fracaso, de la mentira, de todo aquello que alegra y amarga.
Yo soy el diablo, y vengo a recoger los frutos que un día sembré y que tú tan bien has cuidado.
La daga pensante.
¡Hola amiga! Me ha gustado mucho esta breve narración, pues nada más sugerente que la lucha eterna del Yin y el Yan, el Bien y el Mal, Dios y Belcebú. Creo que todos, al menos ahí me reconozco perfectamente, mantenemos diariamente esa lucha para mantener la oscuridad en un pasaje lóbrego y oculto, que nos seduce y al mismo tiempo vigilamos atentamente, para que jamás se lleve la luz que nos guía por esta vida anfractuosa. Soy bipolar, contradicción, luz y sombra, por eso he disfrutado con esta lectura. Saludos
ResponderEliminarOtra narracion que me ha gustado ^^, mas que gustado me a interesado al llegar al nivel de refleccionar como me encuentro y de que lado del camino he estado recorriendo.
ResponderEliminarTienes toda la razon amigo Victor,a lo largo de la vida el ser humano mantiene un constante debate emocional entre lo correcto y lo incorrecto,quizas porque nos convertimos en imagenes de un espejo social del que muchas veces intentamos huir y terminamos siempre atrapados bajo su embrujo.
ResponderEliminarUn saludo.
Me es de grato agrado amigo Juanca, que te hayas sentido interesado por esta reflexion en clave de narracion ,sobre el largo camino y la constante lucha emocional por el cual guiamos nuestra vida.
ResponderEliminarSentir que viajamos en sentido contrario es parte de nuestra naturaleza humana.
Un saludo.