lunes, 23 de enero de 2012

Hola mamá.

Hola mamá:
Que irónico preguntarte, ¿cómo estás?
Aún recuerdo tu risa en la mañana, cuando compartíamos un café al alba.
La vida no me ha ido mal. Ya Rogelito, cumple seis años, y María aún recuerda lo rico que te salían las tartas.
El trabajo genial, me han editado aquella novela que tanto te gustaba, y que me hacías leerte una y otra vez, porque te ilusionaba pensar que existía un mañana.
Yo aún sigo peleada con la noche, me cuesta dormir y en silencio repaso cada instante de nuestra vida juntas.
De cómo el cáncer apareció en tu vida y el valor con el que lo enfrentaste.
Nunca te vi sufrir, llorar, anhelar o desear.
Ibas consumiendo los días despacio en tu rutina, como si el depredador que te corroía por dentro, fuera un aliado más de tu destino.
Nunca vi apagarse tu mirada, ni entristecerse tu sonrisa.
Y aunque tu cuerpo no respondía, tu lo intentabas con una energía de acero.
¿Que duros momentos, mamá?

Verte partir sin más despedida que un último suspiro, sin más palabras que las de consuelo y esperanza, sin más amaneceres, ni mañanas.
Sin más historias que guardar en el sagrado rincón de la memoria.
No hay lágrimas que calmen el dolor de mi alma.
Y aunque mi corazón sonríe al ver en Rogelito tu mirada, o en la inquieta María esa irrefrenable obsesión, heredada de ti por la lectura, sigue callado mi ser.
Yo también tengo cáncer mamá, pero no tengo el valor que tu derrochabas para desafiar al destino, con una linda sonrisa y un brillo intenso en la mirada.
No tengo valor mamá, para darme a mi misma esperanzas de que después de la tormenta, alumbrará el mañana.
No tengo valor mamá, para aguantar el descontrolado deseo de romper a llorar, cuando la casa calla.
No tengo valor mamá, para mirar a mis hijos y decirles: Puede ser que algún día, mamá ya no vuelva a casa.
Hola mamá:
Cuanta falta me haces cuando la tarde acaba y la casa calla.

La daga pensante.

5 comentarios:

  1. Precioso. No puedo decir más.

    Un abrazo

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  2. La foto maravillosa, con ese torrente de lágrimas que parecen buscar refugio en el inframundo mientras esta plañidera y bella muchacha de lozana juventud busca, acaso, la luz del alba para que ilumine su camino, lóbrego y hostil ya sin el apoyo de su madre. Me gusta mucho la bipolaridad de esta situación; esta mujer que aparece bella, con esos labios oscuros, orondos y mollares, pintados, que anhelan el calor de un beso apasionado y se niegan a morir ajados, marchitos, que no quieren decirle adiós definitivamente a los placeres epicúreos, la sensualidad, el culto a la belleza. Es un poco como aferrarse a los placeres que se temen extraviados o en el camino de la desdicha sin retorno. El relato desgarrador, mi querida amiga. Dimana una fuerza brutal y primigenia, la de la pérdida de lo irreparable, desvinculación total con ese vientre materno del que emergimos como un milagro o un rayo de luz. El mundo se convierte en un erial yermo, frío y desapasionado cuando nos descoyuntan de los eslabones que mantienen amarrada nuestra cordura y las fuerzas para vivir. Me desangra la tristeza de este relato, por su íntima revelación, esa madre que ha abandonado a su hija, y ella misma, recorriendo la misma senda, ajusticiada por el mismo mal que se llevó a su madre. Terrible situación. Una enfermedad así nos desinfla el alma, nos convierte en una sombra huera de la persona que se va. Seguimos adelante, por el recuerdo, por el milagro de la vida, porque eso es lo que querría esa persona amorosa y por siempre alojada en nuestro corazón, querría que siguiéramos adelante y nos aferraramos a la vida con uñas, garras, zarpas, mandíbulas y dientes, y así lo hacemos, caminando como zombis errantes, buscando la luz, sumergiéndonos en ella cuando nos baña y nos impregna, conscientes de que el momento vivido es efímero y el inicio de una etapa esta abocado a desaparecer para unirse a otro nuevo inicio. Me encanta, Mariam, este audaz y brillante monólogo. Reflexiona la hija sobre el valor de la madre, ante tan duro rival. Ella flaquea, se desvanece, cree carecer de la energía para arrostrar su destino. La vida nos enseña que somos capaces de sobrevivir venga lo que venga, aprendemos del dolor y la experiencia, sacamos fuerzas de flaqueza de donde no las hay, ayudados por amigos, seres queridos, y una fortaleza que no sabíamos que teníamos. ¡Que no nos envíe Dios todo el sufrimiento y dolor que podemos soportar! Nos sorprendemos una y otra vez de lo que somos capces y no lo sospechábamos. Nos ponemos en situaciones imaginadas e imposibles y reaccionamos de maneras que jamás habríamos pensado. Somos constante evolución y sacrificio, aprendizaje. ¡Qué terribles reflexiones, esa madre que no sabe cómo hablarles a los hijos de su tormento! Maravillosa reflexión, y tan súmamente aciaga... esa casa que calla cuando la tarde acaba. Cuando la noche llega y uno se halla solo, con sus cuitas y pesares, el mundo se nos viene encima y nuestro alma es el lugar más despoblado del universo. Necesitamos de nuestros seres queridos y allegados en todo momento, pues navegar solo por esta vida, sin nadie que nos acune cuando tenemos miedo, sin nadie que nos aconseje y acompañe, eso, en sí mismo, es peor que la misma muerte. He visto casos reales de gente que ha sufrido este mal terrible y otras enfermedades igualmente destructivas. Lo único que podemos hacer es estar ahí, escuchar, acompañar, hacer de esos momentos algo memorable y hermoso, pintar estrellas y sonrisas donde sólo hay negrura. Si yo fuera la víctima, mi pesar sería por los que se quedan, siempre siento más terrible saber que sufren por mí a sufrir yo mismo. Este es uno de esos relatos desgarradores que nos hacen reflexionar y abrazar el tiempo regalado como si fuera un amante que ha nublado nuestro juicio y forma parte inherente de nuestro ser. No queremos jamás desprendernos de su presencia, libar su cuerpo, su alma y ser, fundirlo con el nuestro.

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  3. Así, la adversidad nos hace valorar cada segundo, y libar todo su jugo. Mi ánimo ha quedado marchito con este relato tan soberbio y sobrecogedor. Es otro de mis favoritos, amiga, soberbia como siempre. He tenido que poner la continuación en otro apartado, me salía un error porque el comentario era demasiado largo. Mi querida amiga, a veces divago demasiado. Espero que no te moleste que mis comentarios sean a veces tan largos. Saludos amiga

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  4. Hola Antonia, como agradecerte tan profundo y bello comentario, si no es diciendote gracias.Este texto, ha sido el más difícil de escribir para mi, ya que es una historia que he sentido muy de cerca.
    Un saludo.

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  5. Sabes que a mi nunca me molestaria, que me encanta como analizas y argumentas los textos, amigo Victor. Es todo un placer, un privilegio para cualquier escritor o aprendiz de escritor, como yo, contar con tan profundo, extenso, amable y sobre todo sincero comentario. No dejes nunca una letra en el camino, una frase en el tintero, porque comentar es escribir.
    Un saludo.

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